El Rincón de Araya
Allí, alguien me invocó. Ahora, después de deshacerme
en el espacio y el tiempo, deja de ver y escucha mis ojos. Estos ya no se
derraman…pero están perdidos y esta voz que enmarca la noche parece llorar. Allí
alguien me invoca. Es la canción de las vigilias que, en este pueblo, se entona
como una oración.
Duerme el solitario, la intemperie trata de
ahogarlo en esta bóveda, en la sempiterna boca de la playa no alcanzada. Por
eso lo envuelven y siguen las noches de Araya, porque aún no sale la luna y el
mar se convierte en ardentía.
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